RELATOS ORALES

sábado, 12 de septiembre de 2015

DON PATRICIO

Uncle Paddy, era una persona muy interesante. De extensos conocimientos y modales refinados, tenía la gran virtud de entablar amistad con todo el mundo, sin importarle el nivel social de su eventual interlocutor. Se basaba en aquel principio reflexivo de Oscar Wilde: "el hombre vale por lo que es y no por lo que tiene". Para él pesaba más la persona que sus bienes, por más fastuosos que éstos fueran. Es que Uncle Paddy (como lo llamábamos sus sobrinos, y usábamos ese "Uncle" como artículo predeterminado, cual si fuese parte de su nombre) actuaba con la libertad que se dan el lujo de ejercer aquellos que se conocen a sí mismos y tienen el privilegio de poseer conceptos personales muy definidos sobre la amistad. Generoso y "lento para el enojo”, le abría las puertas a cuanto "Tom, Dick and Harry" se cruzara en su camino. Porque así era él, amplio y noble, sin intereses mezquinos, dispuesto a tender su mano franca a quien la necesitara. Asumió culpas ajenas "por caridad" (hoy diríamos por solidaridad), pero jamás se oyó de él reproche alguno para quienes le "cargaron la romana”. Esta era su clara y terminante concepción de la vida, y con la aplicación de esta filosofía, se hizo acreedor del aprecio de muchos que supieron de su nobleza.

Formó parte activa de entidades intermedias. Tuvo participación en el recordado "Circulo de Obreros Católicos", cuyo edificio se inició durante su Presidencia (1928/1930)   Con el correr de los años, la institución se disolvió y el edificio quedó en manos de una comisión parroquial, la que lo administró a través de su locación a entidades privadas (clubes, empresas de espectáculos y
Patricio Chapman
Julia Ana Kenny
cinematógrafos). Esta situación se prestó a confusiones administrativas y burocráticas y la Iglesia -genuina propietaria- estuvo a punto de perder su heredad. Esta situación se regularizó cuando se creó la Diócesis de Venado Tuerto y tomó posesión del cargo el primer Obispo Mons. F. Antonio Rossi (1964) quien gestionó su restitución, y le dio el destino para el que fue creado: la educación.

Don Patricio fue un eficaz colaborador del periódico de la comunidad irlandesa "The Southern Cross", y de sus crónicas, se desprenden el dominio que tenía del inglés, un idioma de predominantes giros monosilábicos, pero que él tenía la especial habilidad de "florear", cual si fuese el idioma castellano. En las páginas del periódico están las pruebas de la comunicación que mantuvo con los suscriptores por muchos años, y de la lectura de sus crónicas, puede percibirse el espíritu de un hombre comunicativo, que imprimía a sus artículos ese "feeling" necesario para llegar a los lectores de acuerdo al tenor de la noticia.

Cuando en 1926 falleció su suegro John Kenny, en la noticia necrológica publicada por "TSC" está estampada su autoría inconfundible, la que generalmente firmaba como "A friend". En esa nota, revela importantes datos sobre la personalidad del extinto y aporta referencias sobre acontecimientos históricos protagonizados por nuestros antepasados y que hoy representan un aporte muy importante en la permanente búsqueda histórica de nuestra región.

Su fluida relación social y su permanente participación en distintas entidades intermedias y religiosas, le permitió contactarse permanentemente con las autoridades del pueblo. Prueba de ello fue cuando en una circunstancia muy peculiar, mi padre fue citado a comparecer ante las autoridades policiales.

Según el relato oral, mi padre fue citado por la policía por un tema relacionado con los rateros. Cuando recibió la citación se fue a verlo a Don Patricio, a quien impuso sobre la situación. Contrariamente a lo esperado por mi viejo, Don Patricio, con su acostumbrada parsimonia, le dijo que se quedara tranquilo, que al día siguiente irían juntos a hablar con el Comisario para explicarle lo sucedido. Demás está decir que mi viejo esa noche no durmió. Era la primera vez que se encontraba en conflicto con la ley, y para colmo de males, sin poder explayarse en castellano como él quisiera.

Esa mañana llegó a la Comisaría a la hora indicada, y temeroso de ser llamado antes que llegara  su cuñado, entraba y salía con mucha ansiedad. Finalmente se tranquilizó cuando apareció Don Patricio más tranquilo que siesta santiagueña. Tal vez no fue tanta la demora como suponía mi padre, pero para él fue una eternidad.

El recibimiento del Comisario fue muy cordial, y el clima se distendió cuando Don Patricio comenzó a hablar, y mi padre -que tenía un susto de aquéllos- no entendió ni un cuarto de lo que dijo. En menos que canta un gallo los dos estaban nuevamente en la calle, y según mi viejo, el Comisario comenzó a reírse a las carcajadas cuando escuchaba el relato de Don Patricio.

Desconozco si se labró acta, pero supongo que dejaron sentados los descargos de la denuncia que formuló “un vecino” por las "extrañas explosiones originadas en el domicilio de Alem 545 y que abren la sospecha de un hecho luctuoso". El  vecindario, naturalmente intrigado, supuso un tiroteo de alto calibre.

¿Qué fue lo que pasó?

En aquellos años abundaban los rateros que ingresaban a las casas para hacerse de alguna gallina. Fue así que mi viejo ideó una “trampa”  para frustrar estos intentos, e instaló un aparato de manera que al abrir la puerta del gallinero se desprendía un taco de hierro, que caía sobre un petardo colocado en la base del cilindro conductor. El estampido era muy estruendoso debido a la característica del explosivo, según lo describo más abajo.

Esa noche los rateros intentaron ingresar y se toparon con una bienvenida explosiva que sacudió el barrio.

Se trataba de petardos que utilizaban en el ferrocarril,  y que se colocaba sobre los rieles, de manera que cuando las ruedas de la locomotora los pisaban, se producía la explosión. Atento a que las cabinas de las máquinas a vapor eran muy ruidosas, era necesario que el petardo fuera suficientemente potente para que lo oyera el maquinista. Estos petardos se colocaban en lugares estratégicos, tales como: la proximidad de un paso a nivel, de una estación o cuando las vías estaban en reparación o en estado precario; por consiguiente el maquinista debía aminorar la marcha. Hay que tener en cuenta que los paso a nivel no tenían luz eléctrica y mucho menos la locomotora, que contaba con una iluminación muy precaria, por lo que no eran muy visibles las señalizaciones, situaciones éstas que se complicaban en noches brumosas.   

Don Patricio Chapman -"Uncle Paddy"-  falleció el 26 de abril de 1966 a la edad de 79 años. Su esposa Julia Ana Kenny falleció el 12 de agosto de 1964. Ambos descansan en el Cementerio Municipal de Venado Tuerto.

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